20/02/09
22:44
En viaje de Lima a Tacna (Perú)
Nos levantamos sin resaca a eso de las 10 de la mañana y nos fuimos hasta una de esas agencías de turismo donde venden pasajes de micro a conseguir sí o sí, un boleto que nos sacara de Lima. Tuvimos suerte esta vez y una limeña cuarentona que parecía estar profundamente enamorada de Alvarito y odiarme a mí con toda su alma, nos vendió dos pasajes hasta Tacna. Almorzamos contrareloj por última vez en Norkis, y después nos tomamos un taxi que nos llevó hasta la terminal de la empresa Cruz del sur.
Llegamos con lo justo a tomar el colectivo, el mejor en el que he viajado hasta ahora en toda mi vida. Cada asiento es como una cama de dos plazas, hay como 9 plasmas para ver una película detrás de la otra, y una azafata no muy linda por cierto, a disposición para cualquier inconveniente. El viaje es tan cómodo, que desearía que no terminara nunca, o que éste Cruz del sur me dejara en la puerta de mi casa, o en el acceso a Casares, no voy a ser tan pretencioso.
El paisaje saliendo de Lima y en el resto del camino hasta que anocheció, era bastante desolador y triste, un desierto árido y bajo que no era más que polvo amontonado grano sobre grano hasta donde los ojos alcanzaban a ver.
La cena fue malisima, pero algo es algo, nos negamos a tomar la Inca kola y la azafata nos dio Coca, después de comer jugamos un bingo, el premio era un pasaje, por suerte no tuvimos suerte, hubiese sido irónico que la única vez en la vida que ganásemos algo, fuese una cosa que no pudiésemos disfrutar.
La verdad que no tengo la menor idea de lo que vamos a hacer cuando lleguemos a Tacna, ni de cómo vamos a entrar a Chile, ni de cómo vamos a volver a Argentina. Iremos resolviendo todo sobre la marcha como lo venimos haciendo desde que salimos. Debo reconocer con tristeza que el viaje ya terminó, ahora sólo queda resolver cómo volveremos a casa.
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