17/02/09
23:16
Lima (Perú)
El calor ya era insoportable pero medio que ya nos habíamos curado de espanto, después de viajar por Bolivia y por Perú ya nada podía sorprendernos. Como a las dos de la tarde empezamos a ver una especie de Gran Bs As, casas y casas y más casas, calles, asfalto percutido, negocios que vendían cualquier cosa. El paisaje no cambió nunca mientras estuvimos adentro del colectivo. El Huamanga o Huamanda paró en una especie de localcito en el barrio más feo de toda la capital y la mitad de los pasajeros se bajaron ahí. Nosotros nos dijimos que no bajaríamos hasta que no quedara nadie dentro del micro, yo ya me imaginaba lo que finalmente pasó, que Lima no tiene terminal. Nada lindo vimos en ningún momento, era como si la capital de Perú fuese un Moreno gigante. Nos bajamos en un galpón, supuestamente esa era la terminal de la empresa. No habíamos salido de adentro del micro cuando nos empezaron a acosar los tacheros para llevarnos a algún lugar. Como pudimos y con los bolsos en la mano salimos caminando para escaparnos de éstos. Vi gente de a montones cruzando una calle como a cinco cuadras de donde estabamos, hasta allí nos dirijimos, nos encontramos con una plaza, buscamos en el mapa del centro de Lima que nos habían dado en Cuzco y con satisfacción vimos que ésta figuraba allí. Paramos un taxi y le pedimos que nos llevara al centro.
A un par de cuadras de la plaza principal había una cuadra llena de desarmaderos, uno al lado del otro. Después un quilombo terrible de tránsito, calles cortadas, parecía que toda la ciudad iba a ser espantosamente fea, pero el centro de Lima es hermoso. El taxi nos dejó frente a la plaza, le preguntamos a un milico dónde nos podían dar información turistica, nos mandó a una galeria en la otra cuadra. Había una oficina, y una minita medio opa que a duras penas nos dio algunos datos. Lo primero que hicimos fue buscar hospedaje, siguiendo las instrucciones de la minita no llegamos nunca a los 2 hosteles que nos había recomendado, por suerte un chabón que nos vio medio perdidos nos preguntó qué buscabamos y nos indicó dónde quedaba el hotel Europa. Conseguimos una pieza a dos cuadras de la plaza de armas de Lima por 28 soles, 14 per capita, una terrible ganga.
Me bañe, me cambié de zapatillas, por primera vez desde que salimos de Casares hize a un lado las Nike encintadas. La plaza de Lima a la tardecita es un lugar hermoso, la catedral, la casa de gobierno, esas edificaciones antiguas que el paso de los años sólo embellece. Nos metimos a caminar por unas peatonales, toda la gente de la ciudad parecia caminar por esas calles a esa hora. Llegamos a la plaza San Martin, que al parecer es el unico homenaje que el hombre que les dio la independencia tiene en la capital. Después de mucho indagar precios y lugares, nos sentamos en un restaurant a ver el partido de Boca por la copa. Cenamos por 8 soles, plato principal y entrada por 8 soles, en Argentina por esa plata comes un superpancho y la coca si tenes suerte. De plato principal pedimos cordero con pure de papas, de entrada Alvarito sopa, como siempre, yo pedi cebiche sin saber muy bien qué era.
Me trajeron un plato gigante con el choclo más grande que jamas había visto, medio zapallo calabaza, cebolla como para alimentar una familia tipo, y debajo de todo eso, como un kilo de pescado crudo cortado en trozos. Cada trozo que comía era como si me metiera una brasa en la boca, nunca en la vida comí algo tan picante y calculo que nunca más comere algo así, por suerte al toque me trajeron el cordero. Unos buenos pedazos con la misma salsa que tenía el que habíamos comido el sabado, en la excursión por el valle sagrado. Tomamos gaseosa, una deliciosa jarra de jugo de piña, papaya y platano, -no sé cómo haran para sacarle jugo a la banana-, y unas cervecitas mientras miramos el segundo tiempo. Ganamos 1 a 0 pero sin jugar a nada, no creo que tengamos un buen año.
Después salimos a caminar,para bajar la comida y ver un poco de la noche limeña, algo con lo que Alvaro viene soñando desde antes de salir de Argentina. Lo que vimos ahí en el centro no valía nada de nada. Pero la gente anda tranquila hasta altas horas, las familias pasean, los chicos juegan en la plaza, nos falta aprender muchisimo a los argentinos, es imposible imaginarse a un chico jugando en una plaza de la capital a ninguna hora del día.
Nos volvimos a el hotel, mañana vamos a arrancar temprano para recorrer los museos y demás sitios turísticos que hay en la capital. A la tarde vamos a ir a la playa, por primera vez en la vida me voy a meter al océano pacífico.
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