jueves, 6 de agosto de 2009

Fiesta de la quebrada


















04/02/2009
22:24
Tilcara


Nos levantamos sin problemas, todavía era de noche y pudimos disfrutar de una última caminata por Salta la linda. El aire de las 5 de la mañana allí es fresco y puro, respirarlo fue placentero y dulce. El bolso me incomoda tanto y un poco más de lo que pense que iba a hacerlo mientras lo llenaba de ropa allá en Casares, supongo que tendre que acostumbrarme a padecerlo. Nos subimos al micro, hacía frío ahí dentro, una tormenta terrible nos corrió durante parte del recorrido, amanecía de repente por culpa de los relámpagos, y tan de golpe como se hacía de día, la noche se adueñaba otra vez del cielo. Tuve miedo porque el micro tomó un camino distinto, como si fuera a ir a Tucuman; hizo un pueblito que debe quedar al este si no me falla la orientación, y después sí enfiló rumbo al norte.
Pasar de Salta a Jujuy es un tanto raro, es como pasar a otro país, a otro mundo. A un país más pobre, más feo, más triste. Igualmente hay que diferenciar a San Salvador, la capital de la provincia, de lo que empieza kilometros después en la quebrada de Humahuaca. Los 45 minutos que pasamos en San Salvador, fueron hasta ahora, y quizás sean al final del recorrido, lo peor del viaje. La terminal y lo poco que vimos de la ciudad parece la parte más pobre de Calcuta, quizás el centro pueda ser lindo, pero no nos ibamos a arriesgar a conocerlo. Ni bien nos bajamos del micro corrimos a buscar un boleto a Tilcara. La gente es como medio opa y tiene un terrible olor a chivo, te mira como con ganas de escupirte o de echarte una meada encima; la mayoría de las personas que te cruzas te pide limosna.
Camino a Tilcara cambió todo, la quebrada de Humahuaca empieza a nacer y pudimos ver paisajes increibles que dejaban muy pero muy empequeñecidos a todos los que habíamos visto hasta el momento. La quebrada es enorme y hermosa, parece pintada por alguna mano mágica y parece estar pegada un poco al cielo y otro poco al horizonte. Las montañas tienen formas raras, un poco geometricas y otro poco surrealistas, y en ellas se ven colores que no deben de existir en ningun otro lado.
Pasamos por Purmamarca, nos bajamos un toque y vimos el cerro de los siete colores, el pueblo debe tener como mucho veinte casas, debe ser increible salir al patio y ver semejante belleza, calculo que cada habitante del lugar debe creer que tiene la montaña adornandole el fondo de la casa. Tilcara es bastante más grande, aunque no deja de ser un pueblito, encontramos un hospedaje más barato que el de Salta aunque no tan confortable, apenas caben los bolsos en el espacio que hay entre las dos camas. El pueblo parece quedado en el tiempo de la colonia, las calles son de tierra y polvo, hay algunas de piedra que te lastiman los pies si caminas en chancletas.
Nos fuimos a Humahuaca, en el camino el micro frenó en el lugar donde descarnaron los restos de Lavalle, la escena de “Sobre heroes y tumbas” se me pasó entera por la cabeza, yo creía que habían cabalgado mucho más con el cuerpo sin vida del general. La ciudad es parecida a Tilcara, un poco más moderna quizás, aunque llena de calles angostas y casas que parecen tener doscientos años. Está rodeada de montañas hermosisimas, como todas las que hay a lo largo de la quebrada, y de cactus enormes y tambien hermosos. Tiene un monumento a los heroes de la independencia que es imponente y muy bello, es una lástima que no sea conocido. Volvimos a Tilcara en un colectivo que era una porqueria, encima una vieja se subio e hizo quilombo porque no frenó el chofer en un pueblito donde quería parar. Insoportable como todas las viejas.
De regreso a Tilcara subimos hasta el Pukara. No nos querían dejar entrar porque faltaba media hora para que lo cerraran, insistimos y pasamos. El lugar es increible, si bien las ruinas están reconstruidas no dejan de ser fascinantes, me canse de sacar fotos, encima la vista desde alli arriba es indescriptible, se ve el pueblo y se ven montañas, y más montañas, y más montañas. Mientras recorríamos la ruinas no dejaba de sonar en mi cabeza “Cuando pase el temblor”, me imagino la cara que habrán puesto los lugareños cuando los Soda grabaron el video allá por el ochenta y pico, con esos sobretodos que se ponían, y los pelos parados, y maquillaje en la cara. más de uno habrá pensado que eran marcianos.
A la noche no se veía mucho movimiento, la mayoría de los turistas debe estar en el camping, está lleno de porteños caretas el lugar, son como moscas, como manchas que arruinan el paisaje, como un lunar en un rostro hermoso. Compramos una pizza espantosamente horrible, y escuchamos una banda de rock probar sonido, es bastante raro que unos pibes hagan rock en un lugar como éste. Mañana volvemos a madrugar, a las 8 tenemos que salir caminando rumbo a La garganta del diablo, son 4 kilometros por la montaña. Ya tenemos los pasajes para La Quiaca. Con un poco de suerte haremos noche en Bolivia.

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